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Reforma Previsional: el modelo en el que trabaja el mundo

Actualizado: 27 ago 2022

Los argentinos vivimos sumergidos en la coyuntura. La inflación, los cortes de calle, la inseguridad y las crisis políticas nos impiden levantar la cabeza y analizar que está sucediendo en otras partes del planeta. Lo que está sucediendo es que el mundo transita un cambio demográfico absolutamente trascendental, que tendrá impacto sobre todos nosotros.






Tal como plantean Lynda Cratton y Andrew Scott en “La vida de 100 años”, los modelos previsionales contemplan un esquema de existencia de solo tres etapas: formación, trabajo y retiro. Si naciste en 1945, con una expectativa de vida de 75 años, este modelo ha sido un éxito para tu planificación de vida.


Por su parte, quienes nacieron en 1975, con una expectativa de vida de 85 años, viven una realidad distinta. Han sido influenciados por la formación de sus padres, pero ya ven que este esquema de tres etapas no funcionará. El mercado laboral cambia rápidamente, la evolución tecnológica genera la desaparición de puestos de trabajo, pero al mismo tiempo crea nuevas oportunidades. Esto los impulsa a reinventarse a mediana edad, abandonando el concepto de formación en la etapa inicial de la vida y dando lugar al concepto de “aprendizaje continuo”. Por otra parte, también estamos presenciando las crisis de los sistemas jubilatorios, que afrontan paulatinamente el pago de mayor cantidad de prestaciones con cada vez menos recursos. Esto tiene una consecuencia que ya es palpable: prestaciones cada vez más bajas. Entonces, los que hoy se encuentran en sus cuarenta, comienzan a evaluar alternativas de ahorro e inversión para complementar los haberes jubilatorios que pueda eventualmente pagar el Estado llegado el momento.

Por el contrario, quien nació en el año 2000, que tiene una expectativa de vida de 100 años, diseña su trayectoria de vida por fuera del esquema de tres etapas. Se adaptan a los cambios rápidamente y apuntan a una planificación con independencia financiera, donde el haber jubilatorio estatal no ocupa ningún rol.


La mayor longevidad implica inexorablemente un cambio, porque necesitamos financiar una vida más larga. Esto puede generarnos un impacto emocional, hasta angustia, pero no debemos perder de vista que vivir más tiempo es un regalo, una oportunidad. Ahora bien, generamos mayores ahorros durante nuestra vida laboral o trabajamos durante más tiempo. Quienes tenemos menos de 50 años necesitamos tomar decisiones.


Todos queremos contar durante nuestro retiro con ingresos de al menos el cincuenta por ciento de nuestros salarios en actividad. Los sistemas de jubilaciones estatales ya no podrán garantizar ese ingreso. Como cualquier esquema piramidal, su sustentabilidad se basa en un creciente número de ingresantes al sistema a lo largo del tiempo. Los aportantes en actividad financian las prestaciones de los pasivos. Si cae la tasa de fertilidad y crece la expectativa de vida, se genera un desbalance entre los ingresos y los egresos que pone en jaque la ecuación.

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